Cancún, 2 de noviembre de 2017.-
El Auditorio Juan José Morales Barbosa, de la Universidad del Sur, se colmó la mañana de ayer con un estremecedor silencio cuando Niurka Sáliva tomó la palabra, en el acto de presentación del libro “Injusticia protegida”, que rememora con estilo narrativo la infame e injusta prisión sufrida por su esposo ‘Greg’ Sánchez, cuando en mayo de 2010 fuera detenido de forma ilegal por órdenes del desequilibrado presidente Felipe Calderón Hinojosa, en uno de los más desfachatados capítulos de su impúdico sexenio.
En artículos que aluden al más reciente título de Ediciones Proceso, periodistas dicen de Sáliva la oculta protagonista de esta historia, cuyos acontecimientos discurren en su agonía por la decisión de huir para preservar la vida de su mayor tesoro, su hijo Neftalí, en un reflejo que sólo las madres pueden acaso comprender. Ella sabía que de ser encarcelada por sus cobardes perseguidores, al nacer su hijo en prisión, el DIF le arrebataría a su pequeño.
“Amor mío, recuerdo cuando me dijiste: no huiré, porque si me voy jamás podré regresar a mi patria”, dijo Niurka dirigiéndose a su esposo, mientras señalaba su vientre. “Había un bebé de tres meses. Era tu bebé, era mi bebé; y saqué fuerzas desde donde sólo una madre sabe que se pueden sacar para luchar por defenderlo. Nunca pensé confiarle la vida de mi hijo a la institución que injustamente apresó a mi esposo. Yo sabía que si me quitaban a mi hijo, jamás lo volvería a ver. En ese momento no importaba nada más.”
Hay mucho dolor en las páginas de este libro; pero también mucho amor y mucha fe. De ahí la recurrente invitación a leerlo, a conocer con él un ejemplo vivo de abnegada lucha por ideales de justicia; de un largo viaje de ida y de regreso; de una resurrección sin precedentes en la historia de este joven estado; de un amor imperecedero, que resistió los más férreos obstáculos que pudo imponer un gobierno contra la libertad de un hombre y de una mujer.
Al subir al estrado, luego de las conmovedoras palabras de Niurka, Greg Sánchez alcanzó a decir: “Después de lo que expresó mi esposa, no hay más que agregar”. Dijo bien.